Vigo es una de las ciudades más importantes del territorio gallego, presenta un gran número de elementos culturales y gastronómicos que la convierten en una parada obligatoria para todos los visitantes que se pierdan por el noroeste peninsular. Mucha gente residente de la región ha entrado en contacto con las populares Islas Cíes, la Lonja o el Puente de Rande. Pero hay espacios desconocidos y anécdotas interesantes que vale la pena conocer.
Uno de los elementos que ayudan a que Vigo esté presente en el mapa internacional es su equipo de fútbol. Los celtiñas compiten actualmente en la competición más importante del futbol doméstico estatal, y en la Liga 18-19 el Celta intentará mejorar su decimotercera posición del año pasado. Pero en la vida no todo es deporte, y el factor cultural también ayuda a potenciar las ciudades. Y existe un nombre que casi nadie asociaría a la ciudad, una figura literaria que ha acompañado a infinidad de generaciones en la aventura del conocimiento. Un autor que os sorprenderá: Julio Verne. El escritor francés guarda una relación especial con Vigo, ya que hizo constar la ciudad en una de sus obras más leídas. Hablamos de nada más y nada menos que de 20.000 leguas de viaje submarino; una obra maestra que describe con detalle uno de los universos más desconocidos en relación al contacto humano: el fondo marino. Se trata de un libro muy recomendable para todas aquellas personas que quieran descubrir cuál era la realidad científica del contexto donde Verne vivió. El genio francés solía pasar largas horas en las bibliotecas con el fin de leer todo lo posible sobre el contexto en el que se basaría su futura obra. El universo oceánico no fue una excepción, y Verne aprovechó para describir y detallar la vida de las profundidades, tanto en el ámbito geográfico como a escala biológica.
Os estaréis preguntado cuál es el motivo por el cual Vigo aparece en el libro escrito en 1869, pues bien, la Ciudad Olívica es una fuente de ingresos para el protagonista de la obra: el carismático Capitán Nemo. La obra dispone de un capítulo llamado «La bahía de Vigo», donde el submarino visita el lugar con el fin de recoger el tesoro de la Batalla de Rande. Un conflicto armado que dejó anclado una cantidad inmensa de oro por parte de la flota Española. El autor visitó la ciudad gallega diez años después de la visita imaginaria del legendario submarino, concretamente en 1878. La visita no estaba planeada, ya que el autor francés decidió aventurarse a la ría para protegerse de una inclemencia climática, y lo hizo con su barco personal. Verne quedó maravillado por la presencia majestuosa de la región, aunque su segunda visita tampoco fue prevista con antelación, sino para solucionar una problemática surgida también en relación a su barco personal.
La pregunta que quizás os estaréis haciendo, es si la ciudad de Vigo ha rendido homenaje a una figura que universalizó el municipio. La respuesta es afirmativa. En 2005 se inauguró una estatua donde se ve a Julio Verne sentado sobre los tentáculos de un calamar, uno de los enemigos presentes en la obra. Se trata de una parada obligatoria para todas aquellas personas que quieran rendir homenaje al autor. Concretamente la estatua se encuentra presente en los jardines de Montero Ríos, y fue donada por el artista José Molares.
El año 2005 fue un año de conmemoraciones, ya que era el centenario de la muerte del literato. En la Isla de San Simón se encuentra una placa donde se destaca la travesía del Nautilus. También hay un conjunto escultórico realizado por los artistas Ramón Lastra y Sergio Portela. Si sois amantes del universo verniano, esta visita es imprescindible. Resulta reconfortante ver cómo la ciudad rinde homenaje a uno de sus visitantes más ilustres, una mente brillante que ha deslumbrado a padres e hijos y que se ha convertido en uno de los autores más leídos de la historia universal. Nunca es demasiado tarde para iniciar una buena lectura, 20.000 leguas de viaje submarino goza de plena vigencia, y si desea conocer de primera mano cuáles fueron las aventuras del Capitán Nemo en la ciudad, están invitados a hacerlo. Materializad también estas aventuras con una fotografía en los conjuntos escultóricos, un recuerdo tangible de una odisea inolvidable.
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