Hacer pan casero se ha convertido en uno de los entretenimientos favoritos del confinamiento. Y el panadero Waldo González, que regenta un pequeño negocio de treinta metros cuadrados -obrador incluido-, ha decidido hacer llegar a cualquier punto de la Península Ibérica «los mejores ingredientes» para elaborar artesanalmente pan de Mondoñedo (Lugo). Y ha arrasado. «Yo soy de Mondoñedo y no salí de aquí para nada, en el sentido de que nunca he vivido en otro lugar».
De este modo se presenta el dueño de la panadería Rubal, que se declara «orgulloso simpatizante» de vivir en el rural. Sin mover su residencia de este municipio lucense de 3.600 habitantes ha expandido su negocio con éxito a través de la red, pues en poco menos de una semana ya empezó a ver cómo superaba los dos centenares de pedidos diarios.
En un momento en el que «todo el mundo quiere hacer cosas en casa», González se percató de que era la oportunidad idónea para «buscar nuevos nichos de mercado» y dar a conocer su producto artesano, ya que hacer pan en casa «deja una gran satisfacción personal».
El pack contiene tres kilos de harina de fuerza de Aragón; un kilo de harina de trigo del país (cosechado en los valles de Lourenzá, Mondoñedo y Valadouro); 1,5 litros de agua de manantial de Galicia; 80 gramos de sal; una guía para su elaboración y, lo más importante, un kilogramo de masa madre, fermento criado en la panadería Rubal desde 1965.
«Lo único que le falta al kit son unas manos para amasar y un horno en el que hornear el pan, ni más ni menos», asegura a Efe este emprendedor que curiosamente nació en el mismo año que la masa madre de Rubal.
Del horneado, da la medición, de 220 a 240 grados y, avisa, el sabor del «de leña» es insustituible. Pertenece a la tercera familia que regenta este establecimiento conocido en el municipio.
Su mujer y él trabajaron varios años en distintos medios de comunicación, se dedicaron a la hostelería y ahora son panaderos. Los anteriores dueños de Rubal les enseñaron el oficio y, trece años después, la pareja se lanza al comercio online.
El kit se vende de lunes a jueves en la plataforma del ayuntamiento de Mondoñedo (www.themondondedovalley.com) y el tiempo de envío oscila entre 24 y 48 horas. Una de las claves fundamentales del pan de Mondoñedo, explica, es el agua. Por eso añade en el paquete una botella de Cabreiroá, porque es la más parecida a la de su municipio, debido a la cantidad de cal que lleva, indica.
La idea del completo paquete comenzó a gestarse hace tiempo. Waldo y su mujer tienen una caseta que llevan a ferias y fiestas para enseñar el oficio. Los colegios mostraron interés por su unidad didáctica y comenzaron a realizar talleres en los centros educativos.
En ese momento, se dieron cuenta de que a los niños les encantaba amasar. Recientemente, ya en confinamiento, hicieron una videollamada con sus sobrinos porque querían hacer pan en casa. Waldo les explicaba el proceso en directo a través de la pantalla al tiempo que comenzaba a pensar en que era el momento para lanzar el envoltorio. Sin duda, «llega para quedarse» tras la cuarentena, esgrime este panadero que prepara ya nuevos productos para su venta online.
Los primeros, serán otros paquetes con harinas diferentes con el fin de que la gente «reconozca los distintos sabores, aromas y texturas». Está estudiando asimismo la posibilidad de vender fuera de la península, pues asegura que «hay mucha demanda» en Ceuta, Melilla y en las islas. También Suiza, por su cantidad de migrantes gallegos, cree que sería una buena opción. Debido a su repentino éxito, se encuentran desbordados. Los nueve trabajadores de la panadería han tenido que trasladarse a una nave con la masa.
La cortan, la pesan, la envasan. Y así, unas doscientas veces al día para elaborar los pedidos en tiempo y forma. Además, también ofrece Waldo un trato directo a sus clientes por WhatsApp. Le envían fotos de su pan y él les dice qué tienen que mejorar. Para que la preparación sea más sencilla, se han animado también con un tutorial en vídeo. «Es fácil pero hay que ponerle mucho cariño», sostiene este experto.
«A veces aciertas y a veces fallas, pero en estos tiempos difíciles hay que tomar decisiones para buscar nuevas oportunidades de negocio con la misma mentalidad», abunda el mindoniense, que confía en la supervivencia de su compactado una vez termine la moda de hacer pan en el enclaustramiento.