La fiesta de las Pepitas se celebra en Ferrol desde el tránsito del siglo XIX al XX y es ahora, al filo del ecuador de los años 20 del siglo XXI, cuando da pasos hacia su modernización o adaptación a unos tiempos bien diferentes a los de sus orígenes, en los que se concibió como homenaje a la mujer y a la música tradicional.
Sus agrupaciones participantes, las rondallas, escalan a once en la edición del 2023 gracias a la reciente creación de una nueva entidad, O Son do Mar, que innova con el impulso a las letras en gallego en sus canciones o a su propia condición de grupo mixto a base de hombres y mujeres.
En pleno período de lucha por la igualdad, el evento ferrolano, para el que promotores y Ayuntamiento quieren la concesión de fiesta de Interés Turístico Nacional, ya no solamente hay madrinas, también padrinos, y las composiciones no solo se detienen en el elogio a la fémina, sino al amor en general y alejado de clichés tóxicos.
Una jornada que también reivindica la hermandad de Ferrol con el municipio lucense de Mondoñedo y que comienza con el acto institucional a desarrollar en el teatro Jofre, donde se aplaude a letristas y músicos que han hecho posible mantener su legado.
Mientras los colectivos más veteranos trabajan para que los músicos y las voces jóvenes vayan a más, un proceso que no resulta sencillo, se recuerda en 2023 al fallecido Ramón Sánchez Dopico, mención especial por su contribución al impulso de las Pepitas hasta su muerte en 2011.
Suyos son dos libros, «Cantar en Ferrol» y «Cantar en Ferrolterra», recopilaciones de centenares de canciones y de la propagación del certamen por toda la comarca de Ferrolterra, ya que varios de sus ayuntamientos mantienen actos en estos días y siguen disponiendo de rondallas.
Los rondallistas de honor son Samuel Ponce, de la Agrupación Artística Bohemios, y Guillermo Antonio Rey y Eduardo López Cornide, de la del Club de Campo ferrolano, dos de las históricas.
Junto a ellas, ya abrió un punto y aparte Só Elas, completamente femenina, más de medio centenar de integrantes, y ejercen como madrinas mujeres anónimas o más populares, caso de la delegada territorial de la Xunta de Galicia, Martina Aneiros, en Bohemios o la edil ferrolana Ana Lamas en Sonidos del Alba.
O Son do Mar, con tan solo unos meses de vida, suma 35 componentes, con María del Carmen Pazos como su primera madrina, Juan Brage como director y un repertorio que se abre a lo común en las Pepitas, caso de boleros o habaneras, pero también a música moderna.
Cariño, Ares, Neda, Cedeira y Mugardos, que ofrece en marzo su propio programa de actividades con motivo de este festival, son localidades que en Ferrolterra ayudan a que perviva esta particular corriente musical.
El acto institucional da paso a uno de los momentos más esperados y simbólicos, el pasacalles de las rondallas por el casco histórico de Ferrol y su festival central, en el que bandurrias y cintas engalanan las capas de los participantes, vestigios de una cita en la que el piropo a la mujer bajo su balcón era una seña distintiva.
Testimonios gráficos y escritos desvelan que en el siglo XIX ya se promovía esa práctica a determinadas mujeres y «Los caballeros de Esteiro», el barrio del astillero, aparecen como pioneros en 1886.
Valses, danzas y habaneras como estandartes de una música ligera que caló en Ferrol por la llegada de trabajadores andaluces o valencianos al naval y a la Armada, pero también por la inmigración gallega a Cuba.
La fecha no ha cambiado, la noche de la víspera al 19 de marzo, un día de San José que era de los pocos del año en los que libraba el personal de la actual Navantia; otro telón de fondo, que había muchas Pepas en aquel entonces, quizá sea otra de las grandes variaciones de este festejo que aspira a tener más salud que nunca.
Ferrol rejuvenece sus Pepitas y busca el Interés Turístico Nacional
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